Perros vagabundos
Si pudiéramos cambiar un día nuestra vida
con la de un perro vagabundo
quizás entenderíamos su sufrimiento.
Entenderíamos sus ojos soñolientos
con aquel lagrimar que a veces emana
de sus decaídos y tristes ojos.
No se maltrataría como algunos lo hacen
no los humillarían como si no sintieran.
¿Ellos que pueden hacer?
nada si no correr dominados
metiendo la cola entre sus patas
y seguir su camino triste y hambriento.
Quizás se respetará su vida en las carreteras
pero a veces se ven como si no valieran nada.
No obstante
No olvidemos estas palabras que fueron
escritas hace muchos años en la escritura.
Hay un suceso respecto a los hijos de la humanidad
y un suceso resultante respecto a la bestia,
y ellos tienen el mismo suceso resultante.
Como muere el uno, así muere el otro;
y todos tienen un sólo espíritu,
de modo que no hay superioridad del hombre
sobre la bestia, porque todo es vanidad.
Todos van a un solo lugar.
Del polvo han llegado a ser todos,
y todos vuelven al polvo.
¿Quién hay que conozca el espíritu de los hijos
de la humanidad, si asciende hacia arriba;
y el espíritu de la bestia, si desciende
hacia abajo a la tierra.
Sin embardo
Seamos más concientes con estos animales
ellos no pueden hablar y decir sus sentires,
pero una mirada de ellos dice mucho,
un movimiento de su rabo
y a veces su estado físico,
ya su vida es complicada en esta tierra
no se las compliquemos más nosotros,
recordemos que la misma chispa de vida
que el creador a puesto en ellos
es la misma que nos mueve a nosotros,
si esta en nosotros poder ayudarles
ayudémoslos de todo corazón.
Autor: Ángel Vega
Acangelman
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